Nosotros
Desde niño me gustaron los caballos. Mi ilusión de niño era ser vaquero. Le preguntaba a mi mamá si todavía había ranchos, porque cuando creciera quería ser vaquero también. Desde niño me gustaba, después de la escuela, jinetear becerros, después vacas y luego también empecé a montar toros en los jaripeos de Creel. Después empecé a amansar caballos broncos.
Desde los 15 años empecé a trabajar como vaquero aquí en Creel. Después, ya como de 18 años, en Cuauhtémoc, trabajando en engordas, me empezaron a mandar a ranchos muy grandes donde íbamos a herraderos, donde había hasta 5000 cabezas de ganado. Estuve también en la frontera cuidando caballos de carreras y en algunos ranchos cerca de la frontera de Palomas.
Regreso a Creel con la idea de hacer recorridos con caballos, pero no tuve la inversión para empezar de nuevo. Empiezo a trabajar como vaquero, ya más experimentado, con el mismo señor de Creel. Después llegó un gringo y empezamos a trabajar mucho más para llevar ganado a Estados Unidos. Cuando trabajé con él, vuelvo a tener la intención de hacer recorridos y conozco a unos suizos. Me voy con ellos de guía a Batopilas.
Desde entonces, ya tengo 1 o 2 caballos de estima y trabajo para otra persona haciendo recorridos. En 2010, empiezo poco a poco, solo llevando a 2 turistas, y luego 3. Así es como empieza mi compañía.
El haber nacido y crecido aquí me ayudó, ya que desde niño me gustaba andar explorando la sierra y las barrancas de Tararecua. Fue la primera vez desde niño también. Mi trabajo de vaquero fue muy importante porque siempre estaba en la sierra, sin importar si había caminos, buscando los becerros y vacas que se salían de los potreros. Allí aprendí a buscar huellas y rastrearlos hasta encontrarlos.